He tenido sueños en los que mi proa era su piel erizada por mis caricias y a la que nunca llegaba. He batido palmas para espantar superhéroes que entre bambalinas amenazaban el hilo delgado que nos une. Escribí en roca los versos que nunca enviaré para publicar en sedimento de árbol. Si me hubieran pedido una prueba de mi devoción, hubiese comido velas de doscientas naves que partían en su busca.
Y ahora que la veo sonreír se me queman hasta las raíces que nunca eché. Mi destino será provocar batallas que pasarán a la historia por llevar su nombre
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Me han llamado del último bar que estuvimos la otra noche, quieren que volvamos cuanto antes porque nos necesitan. Dicen que usted dejó polvo estelar danzando en el aire, que brilla y hace que los clientes entren a verlo y consuman. Temen que se pose en el suelo y pierda su poder. Ya les he dicho que no solemos hacer esas cosas, pero ellos insisten, nos dejan barra libre. De mí, dicen, pueden prescindir porque yo era satélite gravitatorio, pero usted era el planeta. Yo iría aunque solo fuese para comprobar la certeza de lo que dicen y tomarnos algo a la salud de los meteoritos.
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