Lo analógico, en su progreso evidente, provoca contradicciones y angustias. Todo está afectado por la mueca bifronte: energía radiactiva, guerra humanitaria, democracia financiera. La vida analógica ya solo puede analizarse desde el surrealismo. Internet expande la conciencia, conecta los cerebros y los sentimientos y abre una posibilidad a la lucidez global.
¿Puede haber una proporcionalidad inversa en estas dos tendencias? ¿Hasta qué punto se pueden distinguir los ámbitos on/off? El mantra del cambio y la innovación, ya un imperativo oficial, ¿obedece a una alerta genética? ¿Es Punset un profeta?
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