…/.···

La desesperación todavía no ha asomado, quizá es lo último que la sociedad quiere ver de sí misma. De momento se ha visto, y mucho, la indignación. Pero la indignación es un lujo, un residuo del bienestar, que va estirando sus recursos. La indignación aún pugna por el futuro, aún presupone que va a haber algo funcionando, aunque sea a este ralentí. La indignación tenía una parte de picnic y unos gramos de desesperación, que viene a ser la realidad despiadada, la antesala del alféizar.

Ahora salen las cifras del INE que nadie quería ver. Salen y se ocultan enseguida. La desesperación es invisible. Nadie quiere verla, ni mostrarla.

Entretanto el país intervenido agoniza en aquellas rutinas que son como profecías: el verano, los ministros ya un poco zombies, aquellos rituales.

This entry was posted in .. Bookmark the permalink.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>