¡4 Años!

Si alguien se presenta a unas elecciones con la idea de estar cuatro años ya demuestra que acata un sistema que se ha roto. La política es el mundo de Yupi, pijoland. Vida fuera del mundo y su caducidad. Fuera de ella ya no hay nada que dure cuatro años. Por eso, la primera misión del que se apoltrona o se apalanca tras los votos cuatrianuales es legislar para resistir. Aunque tenga que fabricar mil leyes que se contradigan entre ellas. La segunda misión es perpetuarse. Nadie ha propuesto en su programa una legislatura de un año. ¡Un año! La política no se adapta, sólo se somete: no se adapta a la vida fungible; sólo se somete al poder troikero. Hasta los emergentes inmaculados asumen el modelo 4Años. Qué guay. Solo proponen retoques cosméticos: cómo estaremos de atontados si esos retoques ya nos parecen utópicos. Con que cesara la corrupción del firmware ya nos conformaríamos. Pero nadie sugiere adaptar el sistema a los tiempos. Claro que lo que no ceden en el tiempo, lo van a ceder en el espacio. Con lo guay que sería decir: me presento, haré esto y esto y esto, y al año siguiente me vuelvo a mi… ¡cielos! ¿a dónde? Glubs. Hips. Clonk. O bien: la legislatura dura tanto, pero cada mes convocaré una consulta múltiple, vía móvil, sobre varias cuestiones. Incluso sobre qué cuestiones hay que cuestionar. Lo primero, el Presupuesto. Algo que reconozca la velocidad y que adapte la democracia a los tiempos, previa consulta. A todos los subsectores y rincones ha llegado la globalización digital. Ha llegado hasta el fondo de las conciencias y los bolsillos. Pero en el voto seguimos atascados. Cuatro años. Uuuuf. Pierda quien pierda se hacen eternos. Quizá porque nadie cumple lo que prometió. Algo hemos avanzado/retrocedido: ya ni siquiera prometen en serio. La duda urnicia viene de que cuatro años son un exceso. Y de que nadie dice lo que piensa, tal vez por miedo a descubrir que no lo pensaba. La democracia no puede seguir a diesel porque el turbomundo ya ha mutado. La participación permanente no ha de ser un lujo simbólico sino una obligación cívica, y solo lo será cuando se pueda ejercer de verdad. No sólo para elegir el cartel de fiestas. DNI-e + móvil ya.

(Columna de hoy en Heraldo de Aragón)

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