Mensajes autoenviados

Los pintores que venden sus cuadros los domingos en Zaragoza están ahora en la Plaza de San Cayetano o del Justicia. Entre ellos, Claudio: saludos. Whatsapp va a permitir que cada cual se envíe mensajes a sí mismo/a. Es una gran noticia ya que a veces queremos guardar algo y hemos de recurrir a enviárselo a una persona de confianza, pero antes hemos de avisarle con un mensaje de este estilo: “te mando un wasap pero no es nada”. Siempre queremos guardar cosas. En papel, por email, en pendrive, en el eco… en las mil y una nubes y formatos. Incluso en la memoria cárnica o natural, cada vez menos usada: mi tía Charo se sabe las matrículas de todos los vehículos del pueblo, incluyendo tractores: besos, Charo. ¡Y los teléfonos! Antes sabíamos números de teléfonos, aun retumban algunos en las cabezas, quizá por añoranza de cuando la memoria era algo. Pero, aparte de guardar cosas lo bueno de poderse enviar wasaps a una misma/o es la dimensión filosófica: cada cual obtiene una evidencia extra de su propio existir, que nunca viene mal. Hay tantas cosas, tan rápidas, que a veces te sientes desaparecer, lo que tampoco viene mal, claro, porque el ego se ensimisma y se agobia (egobia). Al final el alma va a estar en Whatsapp o en Telegram, en los mensajes autoenviados. Telegram tiene más cosas que Whatsapp, el experto en estas metafísicas es Javier Torres, que lo sabe todo: abrazos, Javier. Toda columna o mensaje es un pretexto para saludar a los seres queridos. Ustedes, por ejemplo: saludos cordiales, feliz miércoles.

Columna en Heraldo de Aragón 23-11-22

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